La vida es un infierno, de sufrimiento y de crueldad. Pero el mundo -ese mundo, no humano, que nos envuelve- es hermoso, no obstante.
Ante esta contradicción, sangrante para el humano, atribulado en su fugaz existencia, cabe desesperarse. Pero, tal vez, cabe otra respuesta. En Shi, Lee Chang-Dong apunta que (quizá), en efecto, existe: Mija (Jeong-hie Yun), la protagonista de la película, se ve arrastrada a un camino de purificación, a través del dolor, en el que acaba por descubrir que hay formas de trascenderlo -que no de evitarlo. Son los sólidos compromisos con la poesía, de lo bello, y con la memoria, del horror, cuanto nos resta y nos permite salir del atolladero de la desesperación inane.