En este libro (University of Minnesota Press, Minneapolis, 1992) se analiza detalladamente la (fascinante) hipótesis de que acaso la definición de las necesidades y objetivos de seguridad de un estado (de cualquier estado, aun cuando la investigación se concentre en el caso concreto de los Estados Unidos de América) tenga tanto más que ver con sus necesidades de asentar y consolidar -y seleccionar- una determinada identidad, en tanto que comunidad política, que con riesgos objetivos (si es que tal concepto puede existir).
De este modo, elaborar políticas de seguridad significaría ante todo optar por determinado modelos de identidad. Y, consiguientemente, por excluir otros posibles; esto es, por hacer un ejercicio de (poder de) selección de lo que es (una cultura, un comportamiento, una ciudadanía,...) normal dentro de la comunidad política y de exclusión de lo que no lo es. Y, así, las políticas de seguridad han de incluir, inexcusablemente, componentes internos y externos, inextricablemente entrelazados: existirá, pues, siempre enemigo exterior y enemigo interior (riesgos externos y riesgos internos). Pues cualquier política de seguridad (que es siempre, como se apuntaba, también una política de normalización) presupone siempre que no todos los miembros de iure de la comunidad política son miembros normales de la misma: lo que, precisamente, "justificaría" que se conviertan en objetivos de las políticas der seguridad (puesto que siempre son concebidos, además, como elementos en relación con los riesgos externos).
(Piénsese en ejemplos concretos: política exterior y de defensa anticomunista/ política interior de represión del izquierdismo y del movimiento obrero; política internacional "antiterrorista" y política de extranjería represiva y xenófoba; política internacional expansionista y colonialista/ política interior racista;...)
