"Y por eso decimos: 'No puedo vivir sin ti', cuando queremos decir: 'Tu vida me da vida, porque de otro modo soy una vasija vacía, sin nombre'."
The stalker, Joyce Carol Oates
Lo apuntaba certeramente Rafael Narbona (El Cultural, 29-1-2010): estamos realmente ante un libro -un libro de relatos- subversivo. Y lo resulta, ante todo, por tratar un tema eminentemente romántico, cual es el del deseo, desde una perspectiva naturalista.
Pero naturalismo, aquí, no quiere decir -como para Zola significaba el término- explicación (pretendidamente) científica. Antes bien, quiere decir más bien puesta de manifiesto de cuanto de alucinación existe en el fenómeno del deseo. Y, al tiempo, también de cuanto de recurso racional, para intentar aparentar que se dota de algún sentido a la existencia humana, en manos de esos seres perdidos en el nihilismo que somos los individuos contemporáneos.
Por eso, los personajes de Joyce Carol Oates se aferran a su deseo, a sus obsesiones (a su "locura", se podría decir, con un punto de soberbia): porque, ¿a dónde podrían ir si las abandonasen?