Monte Hellman es un director conocido por un pequeño manojo de originales películas, que parten de géneros clásicos del cine norteamericano y los reconstruyen.
Así, The shooting es, qué duda cabe, un western; pero un western muy particular. Heredero del empleo dramático del paisaje -aquí, casi lunar- de Anthony Mann, Hellman construye una narración abstracta, en la que varios personajes se ven implicados, como en tantos westerns, en una persecución. La diferencia, claro, estriba en lo enigmático de las razones para participar, la opacidad esencial de los personajes y de muchas de sus acciones. De hecho, el argumento parece ser ante todo el enfrentamiento entre un personaje clásico (Willett Gashade: Warren Oates), con las motivaciones tradicionales en los personajes de westerns, y dos personajes "modernos" (la mujer -Millie Perkins- y el pistolero Billy Spear -Jack Nicholson-), por su opacidad y desarraigo.
Además, la forma en que se ha llevado a cabo el decoupage fílmico de las escenas contribuye también al efecto de extrañamiento buscado, al descomponer y aislar pequeñas partes de una escena, o bien emplear, por el contrario, frecuentes planos generales del paisaje en el que la acción tiene lugar.
