Esta recensión y el libro que se reseña plantean una cuestión capital -y muy difícil- de la estética cinematográfica contemporánea: ¿cómo representar las cuestiones políticas (el poder y la desigualdad, la rebelión y las alternativas imaginables,...) de un modo adecuado, tanto políticamente (de un modo no ideológico, no etnocéntrico, no hegemónico) como estéticamente (con formas satisfactorias, reveladoras y, al tiempo, bellas -placenteras- en alguna medida)? La solución parece confusa, pero es preciso explorarla. Y un libro como éste lo hace, al comparar el cine político francés posterior a mayor del 68 (con su explicitud, sus compromisos manifiestos, su visión omnicomprensiva de la realidad: el Groupe Dziga Vertov podría ser visto como ejemplo paradigmático) con el cine francés actual (Ozon, Kassovitz, Cantet,...).