Aunque el autor lo plantee en terminos excesivamente estéticos, emocionales e individuales, hay una cuestión muy de fondo (política, esencialmente) detrás de su comentario: todos el lenguaje que critica (que no se emplea sólo -aunque sí fundamentalmente- en el mundo de la empresa, sino, en general, en el de las organizaciones) pretende aherrojar al individuo en un "espíritu" compartido de organización; hacerle productivo para la organización, en suma.
El problema, entonces, no es si la organización es democrática o no, capitalista o comunista, buena o mala (esa es una cuestión diferente, que nos llevaría a aceptar una u otra visión, misión, excelencia, etc., pero no a cuestionar el lenguaje y la teoría mismas de las organizaciones). La pregunta es, más bien: con un lenguaje o con otro (insisto en que no creo que el problema principal sea estético, sino conceptual, ya que obviamente se pueden buscar fórmulas más elegantes para decir lo mismo), ¿puede la organización funcionar sin dicho aherrojamiento de los individuos a conceptos (pretendidamente) colectivos? Personalmente, tiendo a dudarlo, como dudo de nuestra plena capacidad de ser racionales (y de cooperar por mero sentido del deber)...