X

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

jueves, 17 de septiembre de 2009

District 9 (Neill Blomkamp, 2009)


Uno de los estrenos (sin ser un “super-estreno” –un blockbuster) más publicitados de los últimos tiempos. Característica general de la película: el pastiche. Dicho sea sin intención peyorativa alguna, ya que resulta ser una película muy estimable (como siempre digo, mejor que la mayoría de las estrenadas).

Pastiche argumental. Al parecer (yo confieso que aún no la he visto, aunque voy a hacerlo cuanto antes), toma bastantes elementos de Alien Nation, la película dirigida por Graham Baker en 1988. Se inspira directamente en un cortometraje del propio Neill Blomkamp, Alive in Joburg. Y, en el fondo temático (aunque no en la trama), están los posos del espléndido e inquietante relato de Ray Bradbury A Matter of Taste (en el que él mismo se inspiró para escribir luego el guión de la película It came from outer space, dirigida por Jack Arnold en 1953). Por lo demás, prácticamente todos los detalles del argumento los hemos visto ya antes en alguna otra (supongo que es el signo de los tiempos…): la confusión genética entre hombre y bestia, el poder de las grandes corporaciones, los experimentos despiadados con víctimas inocentes, la lucha por la supervivencia y la violencia de los suburbios degradados, etc.

Pastiche formal también. Un poco de cine fantástico (transformaciones del cuerpo), un poco de falso documental, un poco (bastante) de película contemporánea de acción, un poco de cine de encuentro entre humanos y alienígenas, un poco de cine de catástrofes,…

La película se deja ver con agrado, por su buen ritmo (algún pequeño altibajo) y porque su argumento resulta absorbente. Desmerece, en mi modesta opinión, el perfil del papel del protagonista (no el actor, que está muy bien), poco trabajado, por lo que la mayoría de su evolución psicológica y moral suena a tópico narrativo trillado y poco plausible.

En todo caso, esta no es, desde luego, una película de personajes, sino de historia. Y no de cualquier historia, sino de una historia alegórica. Como siempre, es posible buscar todo tipo de significados alegóricos, seguramente todos válidos. En todo caso, para mí lo más interesante es que –como el relato de Bradbury que antes mencionaba- la película promueve la identificación del espectador(a) con los “bichos” (así les llaman), hasta el punto de que uno se alegra cuando los humanos, a cual más miserable y/o canalla, van muriendo. Y presenta además una suerte de llamamiento (alegórico, claro) en favor del internacionalismo proletario, lo cual no es moco de pavo en tiempos como los que corren: humanos o no humanos, parece querer decir la alegoría, lo verdaderamente importante es la división entre opresores y oprimidos, por lo que estos últimos deberían unirse contra aquellos, ya que –en palabras de Marx y Engels- no tienen nada que perder, excepto sus cadenas. Todo ello, sin embargo, con ese punto de pesimismo casi inevitable en nuestra época: solamente los no humanos, y un humano infectado por aquellos, parecen darse cuenta de que necesitan luchar, si quieren sobrevivir a los poderes que les dominan; el resto de los humanos parecen completamente idiotizados por los aparatos ideológicos, e incapaces de rebelarse.




Más publicaciones: