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martes, 30 de enero de 2024

Ford Madox Ford: Parade's End



Parade's End (hay traducción castellana: Lumen, 2009) es un ciclo de cuatro novelas (Some Do Not..., No More Parades, A Man Could Stand Up y Last Post), que Ford Madox Ford publicó entre 1924 y 1928, ligadas por la continuidad temporal entre unas y otras y por la persistencia de unos mismos personajes protagonistas, cuyo devenir se explora. La trama está ubicada en el seno de las élites, en la Inglaterra entre los años previos y los posteriores a la primera guerra mundial.

A lo largo del ciclo, Ford Madox Ford explora los dilemas de ciertos sectores de las élites (básicamente, la aristocracia, dividida entre una vida rural tradicional y el servicio público) de la sociedad y del estado británicos en un momento de cambio y crisis, como fueron los años diez y veinte del pasado siglo: no solo -aunque sí muy principalmente- por la guerra, sino además también a causa del ascenso del movimiento sindical y del laborismo, y en general de todos los movimientos progresistas (fundación de los partidos comunistas, etc.). Es cierto que la exploración resulta, desde el punto de vista político, bastante velada, pues el trasfondo sociopolítico que acabo de mencionar resulta ser únicamente una suerte de subtexto, que nunca se explicita, pero que (al menos, para quien sea consciente de cómo era la evolución histórica en aquellas décadas -que compartían tanto la diégesis de la narración como el autor y sus primeros lectores, pues se trata de unas obras escritas prácticamente "en directo") es evidente que está muy presente en esa conciencia de crisis social que recorre, cual espectro, todo el ciclo.

En cambio, los motivos temáticos que aparecen explícitamente en las novelas son otros. Dos en particular. De una parte, la palpable hipocresía y corrupción de las mayor parte de los personajes pertenecientes a las élites: altos funcionarios, aristócratas rurales, mandos militares, próceres intelectuales,... todos ellos son retratados como oportunistas y trepadores, infieles a sus teóricas creencias y escalas de valores, que solo les sirven hipócritamente para reclamar su superioridad frente a la masa de la ciudadanía, pero que, en realidad, encubren una búsqueda despiadada del privilegio. De otra, la desesperada necesidad que tiene una sociedad en cambio y en crisis de ser capaz de conservar y consolidar ciertos valores considerados tradicionales (patriotismo, solidaridad nacional, compasión por los débiles, integridad, servicio público, etc. -tory values, en suma), pero que -así rezaría el lema ideológico que parece orientar el discurso del ciclo narrativo- si son tomados en serio y aplicados coherentemente (y no de la manera discriminatoria e hipócrita que ha sido habitual), deberían seguir formando parte de los mecanismos de integración social de la nueva sociedad de masas: más igualitaria, menos elitista, pero igualmente necesitada de la existencia de creencias comúnmente compartidas por todos sus miembros.

Así, estos dos motivos temáticos son explorados en las cuatro novelas mediante la descripción de las vicisitudes de Christopher Tietjens, un miembro de la vieja aristocracia rural, devenido alto funcionario público (y luego, durante la guerra, oficial), que es retratado como uno de los raros ejemplares de su clase que se ha creído los valores tradicionales aristocráticos en los que teóricamente fue educado. Y que, precisamente por ello, va experimentando progresivamente en sus propias carnes el más profundo fracaso social: ni como aristócrata, ni como funcionario, ni como mando militar, ni siquiera como marido, la sociedad que le rodea -esas élites que reclaman ser superiores- le reconoce mérito alguno, debido a su honradez y su negativa a aprovecharse de su posición y a participar en las componendas habituales en su entorno dirigidas a medrar y a obtener privilegios. Al cabo, su final (y, en realidad, el de toda su familia, educada y creyente en esos viejos valores tory) estará en desclasarse: en abandonar su entorno social elitista, y corrupto, y ligarse (a través del emparejamiento) a las clases populares. La única parte aún moralmente sana de la Inglaterra de posguerra, parecería sugerir la narración...

Se trata, pues, sin duda de un cuento moral, con una moraleja repleta de implicaciones sociopolíticas, Discutibles, desde luego: parece cuando menos dudoso que cualquier solución a la crisis de su tiempo (el desastroso impacto de la guerra sobre las clases populares, el rampante clasismo de la sociedad inglesa, la desigualdad social, etc.) pudiera haber pasado realmente por esa problemática alianza entre pueblo llano y valores tradicionales, que en la novela aparece como (quizá no la mejor, pero sí) la única salida disponible. Sea como sea, lo cierto es que el ciclo narrativo sin duda alguna pone el dedo en una llaga extremadamente purulenta presente en nuestras sociedades, tanto entonces como también hoy en día: la de la traición de las élites. (Un fenómeno que explica tantas cosas, que líderes políticos e intelectuales complacientes fingen considerar inexplicables, como el populismo, el ascenso de demagogos y de la extrema derecha, etc.)

Y se trata además, desde el punto de vista estilístico, de un cuento largo, enmarañado y proceloso. En efecto, no cabe olvidar que Ford Madox Ford fue uno de los adalides de la prosa modernista en las letras británicas de la época (precisamente, la de la eclosión del modernismo literario). Por ello, sus narraciones tienden hacia lo elusivo: en ellas, una diversidad de voces y de puntos de vista se entrecruzan, los diálogos apenas resultan (directamente, al menos) reveladores, los saltos temporales son habituales, como lo es la descripción del flujo de conciencia de los personajes (estilísticamente formulada unos en términos, desde luego, mucho menos radicales que contemporáneos suyos como James Joyce o el primer William Faulkner) y las reflexiones del narrador que son incorporadas al texto... De manera que la narración demanda del/la lector/a un ejercicio de lectura notablemente activo: nada de lo que, por ejemplo, en esta breve reseña se cuenta acerca de las cuatro novelas resulta evidente en una primera aproximación de las mismas. Por el contrario, únicamente una detenida reflexión (sobre su trama, sobre sus personajes, sobre el lenguaje y su construcción narrativa, sobre las reflexiones ensayísticas incorporadas por el narrador al texto) permiten intentar entresacar algún sentido (relevante) a lo que, si no, podrían pensarse que constituye un vacuo ejercicio de narrar las triviales inquietudes de pequeños seres, ya olvidados. Cuando verdaderamente, lo cierto es que seguimos teniendo hoy mucho que aprender, y que pensar, en relación con dilemas (morales, políticos, existenciales) que, en muy buena medida (con ligeras modificaciones y matices), siguen siendo los nuestros.


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