¿Es posible vivir como unos/as individuos/ ciudadanos/as sencillos/as, cuando se es bueno, pero no se ha triunfado socialmente y, además (¡oh, dios mío!), ni se tienen pretensiones, ni se finge tenerlas?
Pues difícilmente, nos dice Poquita fe, la mini-serie (doce capítulos -uno por cada mes del año- de quince minutos cada uno) que, en tono de comedia, aborda los obstáculos que para ser razonablemente felices una sociedad de pretenciosos (o que fingen serlo) opone a una pareja de donnadies. Incapaces de aislarse de su entorno, que constantemente les juzga, desprecia, por su incapacidad o falta de voluntad para "prosperar" (o, al menos, aparentarlo); y, consiguientemente, les incita también de manera constante a abandonar sus vidas "sin objetivos" (¿simplemente vivir, convivir y ser felices juntos?), ponerse metas, cambiar de vida, ambicionar, buscar, ansiar...
¿Se puede ser feliz, en la época de la cultura de la autoayuda, de la autorrealización, de la gestión del propio carácter y del propio currículum, sin asumir la condición de empresario de la vida propia? Berta (Esperanza Pedreño) y José Ramón (Raúl Cimas) descubrirán que, si acaso resulta posible, sin duda es difícil, pues el entorno no nos lo pone fácil: amigos/as, familiares, vecinos, compañeros/as de trabajo, desconocidos,..., todos pretenden (muchas veces -es lo peor- con la mejor de las intenciones) etiquetarnos, normalizarnos, guiar nuestras conductas. Aunque ello nos cree ansiedad y, por ende, infelicidad. Porque es tan difícil aislarse, siquiera un poquito, de los valores socialmente hegemónicos...
Una comedia vivaz, sí, por lo tanto. Pero también inquietante. Recomendable: por divertida y por clarividente.
