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sábado, 29 de agosto de 2020

Randy Larsen/ David M. Buss: Personality Psychology


¿Por qué debería interesarnos a l@s penalistas la Psicología de la personalidad? Me parece obvio. En primer lugar, porque, en términos generales, todas las condiciones para la imputación de responsabilidad penal que hacen referencia, de uno u otro modo, a la vida psíquica de la persona (dolo, elementos subjetivos del injusto, error de tipo, imputabilidad, ceguera deliberada, etc.) dependen siempre, en alguna medida, de características específicas -individuales o grupales- de la personalidad del agente. En segundo lugar, porque concretamente el juicio de culpabilidad jurídico-penal, si se toma completamente en serio su naturaleza de juicio que ha de apoyarse en datos fácticos (es decir, si no se normativiza hasta el extremo y se convierte en un mero juego de presunciones y ficciones), exige examinar las características de personalidad del acusado, para determinar cómo han influido en su comportamiento criminal, y en qué medida el mismo le es, consiguientemente, reprochable. Por fin, y muy relacionado con esto último, me parece claro que buena parte del debate sobre el rol del determinismo y del libre albedrío en la modulación (o eliminación) de los juicios de responsabilidad penal y de merecimiento de pena se resuelve mejor haciendo referencia a problemas específicos de la Psicología de la personalidad, y no solo a las más abstractas cuestiones metafísicas (sobre causalidad, probabilidad, mundos posibles, etc.) implicadas.

Por todo lo anterior, creo que aproximarse al estado contemporáneo de las investigaciones sobre Psicología de la personalidad resulta altamente recomendable. Y, en este sentido, el libro que hoy reseño (6ª ed., McGraw Hill, 2018), un manual universitario. es particularmente útil, por su carácter al tiempo accesible, actualizado y omnicomprensivo.

En particular, destaco justamente este último rasgo. Pues, en efecto, a día de hoy resulta difícil seguir tomándose en serio cualquier teoría acerca de la personalidad (psíquica) humana que sea excesivamente unilateral y -por ende- simplista. Antes al contrario, parece evidente, de una parte, que la manera en la que los individuos humanos experimenta y reaccionan, de manera diferenciada, frente a su medio (natural y, sobre todo, social) obedece a una combinación interactiva de rasgos de personalidad idiosincrásicos y de características específicas de la situación. Y, de otra, también lo es que aquellos rasgos de personalidad no aparecen aislados ni invariables, sino que se relacionan entre sí, y evolucionan, para dar lugar a patrones (relativamente estables para cada situación) de cognición, emoción y reacción conductual, característicos de cada individuo (aunque siempre con aspectos que son compartidos por otros -bien de manera universal, o bien únicamente por los pertenecientes al mismo grupo cultural). Por fin, la evidencia empírica parece terminante a la hora de establecer que entre los factores causales que inciden sobre dichos rasgos y sobre los patrones de reacción a que dan lugar los hay de naturaleza biológica, de naturaleza intrapsíquica (cognición, emociones, auto-concepto) como, en fin, de índole social.

De todo ello se ocupa el libro que comento, exponiendo los resultados de las últimas investigaciones en cada ámbito. Con una actitud ponderada y abierta a las evidencias demostradas, sin dogmatismos. Y con amplia información. Es por ello por lo que lo recomiendo vivamente a quienes -como es mi caso- estén interesados en conocer los últimos avances en esta disciplina, tan decisiva para el conocimiento de la conducta humana y sus peculiaridades diferenciales (individuo a individuo, pero también cultura a cultura).


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