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martes, 13 de septiembre de 2016

Sunset song (Terence Davies, 2015)


Alguien que no conociese a Terence Davies como director podría esperar, de la adaptación de una novela escocesa célebre, acerca de las vicisitudes de la vida rural, especialmente de las mujeres, probablemente una película "de época" (heritage films), nostálgica, estilizada, a las que tan aficionado viene siendo cierto cine británico. Más o menos cruda, más o menos explícita en sus escenas, sí. Pero, en todo caso, siempre académicamente impoluta en la formalización dramática y audiovisual de la narración.

Pero, por supuesto, Davies es uno de los directores que más ha hecho, para subvertir (no exactamente desde dentro, pero sí, cuando menos) desde cerca esta tradición (reciente, propia de las últimas décadas: justamente, aquellas en las que el propio director viene desarrollando su oculta y espléndida carrera). Y no podía ser menos lo que lograse, aquí, al adaptar Sunset song.

Y, en efecto, la adaptación cinematográfica que Davies perpetra de la novela resulta notable: ciertamente irregular -a mi parecer- en sus resultados, pero llamativa por lo que hace al esfuerzo de formalización desarrollado por el director.

Encontramos, así, por una parte, algunas de las características ya asentadas de la manera de narrar del director: los cuidadosos movimientos de cámara, siempre con una finalidad expresiva, que parecen querer penetrar en la esencia del tiempo (pasado) materia de la narración; o el recurso a la música diegética (a las canciones, principalmente) como modo de expresar abiertamente las emociones que dominan en cada momento (en cada historia, en cada situación, en cada interacción) a los personajes.

Pero, al lado de estas características de su estilo, que podríamos calificar de prototípicas, Sunset song destaca ante todo por el idiosincrásico empleo de la elipsis, para estructurar el relato. Es llamativa, en este sentido, la decisión de fragmentar el relato en pequeñas piezas, entre las cuales se producen bruscas transiciones, sin enlace alguno de naturaleza narrativa.

Lo que, de este modo, acaba apareciendo es un relato de lo que parecen ser los momentos clave de la infancia y juventud del personaje protagonista, Chris (Agyness Deyn): la relación con su madre, con su hermano, con su padre, con la violencia familiar, con la muerte, con el amor, el nacimiento de su hijo,...

Cada una de las piezas está tratada con el apropiado tono poético (tan caro a Davies). Y lo que parece surgir, del conjunto de la narración, es una suerte de elegía, pero plagada de realismo, en torno a la belleza (pero también la dureza) de la naturalidad de la vida rural, y de la naturalidad de adaptarse a su ritmo de nacimiento, supervivencia y muerte. (Una vida rural que, no hay que olvidarlo, estaba desapareciendo ya, tal y como se describe en la película, en el momento en el que la novela que se adapta fue escrita -comienzos de la década de los años treinta del pasado siglo. La perspectiva, nostálgica, resulta importante...) Una suerte de canto fordiano (How green was my valley no queda, en realidad, tan lejos), pero mucho más realista, menos fabulístico, en su contenido.

En la interpretación de Davies, esta narración elegíaca carece, empero, de cualquier pretensión de exaltación retórica (ideológica): se trata tan sólo de una forma de vida, naturalmente asumida por los habitantes del agro, pero que apenas posee virtud ninguna, más allá de su ancestral persistencia. Nada, pues, que ver con ninguna aspiración utópica (como ocurre en John Ford), menos aún reaccionaria (como sucede tantas veces en heritage film). Por el contrario, Sunset song se limita a pretender ser (y, en cierta medida, a lograrlo) el esbozo de una antropología: modesta, en voz baja, descriptiva; mostrando también las emociones -y su lirismo- que experimentan los personajes, pero sin por ello otorgarles a las mismas ningún valor de verdad, más allá del que representan para quienes las viven.




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