Air Force es, por un lado (y como cabría esperar, visto el momento histórico y las circunstancias de la producción -se trata de una producción de Warner Bros., conocida por su apego político a la administración Roosevelt), un prototípico ejemplo del cine de propaganda bélica. Y, en tanto que tal, tan tópico, y repugnante (tanto desde el punto de vista moral como desde el punto de vista estético), como dichos productos acostumbran: deshumanización del enemigo, maniqueísmo, loas a la camaradería bélica, sexismo, exaltación nacionalista, racismo, ceguera ante los hechos, doble rasero, sentimentalismo, moralina,...
Pero Air Force es, también, una película dirigida por Howard Hawks. Y, debido a ello, es también una cuidadosa representación de la ideología -tan cara a Hawks- que concibe al grupo de "profesionales" como una familia (quizá, la más auténtica) para el varón. Aquí, ambientada además en un ambiente tan querido por el director como era el de la aviación.
Y, si uno puede (más aún: debe) despreciar el contenido de dicha ideología, no debería, sin embargo, dejar de contemplar muy atentamente la forma en la que el director es capaz de representarla. El modo en el que, en efecto, Hawks es capaz, mediante cuidadosos planos y movimientos de cámara, así como la matizada interpretación de los actores, de ir creando un ambiente dramático de camaradería, de esos lazos entre lo emocional y lo tradicional que son tan característicos de las familias.
Puede observarse, así, de qué manera Howard Hawks es capaz de trascender el guión de Dudley Nichols y crear, dentro del bombardero que alberga a los personajes, un verdadero "hogar familiar": con su padre (el piloto -John Ridgely), su "madre" (el jefe de tripulación -Harry Carey), su hijo pequeño (el ayudante de radio -Ray Montgomery), su hijo rebelde (John Garfield, en una de sus características composiciones),... Con las emociones que se entrecruzan entre ellos. Y con la vivencia en común de experiencias de crecimiento y muerte, tan características de las familias. (En este sentido, la escena de la muerte del piloto, en presencia de toda la tripulación, de todos sus hijos, resulta notable.)
Entonces, si contemplamos Air Force como una historia familiar, de esa forma anómala (por asexuada) de familia que se asimila a una empresa, pero a una empresa repleta de lazos emocionales, hallaremos lo verdaderamente digno de reseña, y de elogio, en esta película: su capacidad para representar un mito masculino y volverlo bello.
Y, si uno puede (más aún: debe) despreciar el contenido de dicha ideología, no debería, sin embargo, dejar de contemplar muy atentamente la forma en la que el director es capaz de representarla. El modo en el que, en efecto, Hawks es capaz, mediante cuidadosos planos y movimientos de cámara, así como la matizada interpretación de los actores, de ir creando un ambiente dramático de camaradería, de esos lazos entre lo emocional y lo tradicional que son tan característicos de las familias.
Puede observarse, así, de qué manera Howard Hawks es capaz de trascender el guión de Dudley Nichols y crear, dentro del bombardero que alberga a los personajes, un verdadero "hogar familiar": con su padre (el piloto -John Ridgely), su "madre" (el jefe de tripulación -Harry Carey), su hijo pequeño (el ayudante de radio -Ray Montgomery), su hijo rebelde (John Garfield, en una de sus características composiciones),... Con las emociones que se entrecruzan entre ellos. Y con la vivencia en común de experiencias de crecimiento y muerte, tan características de las familias. (En este sentido, la escena de la muerte del piloto, en presencia de toda la tripulación, de todos sus hijos, resulta notable.)
Entonces, si contemplamos Air Force como una historia familiar, de esa forma anómala (por asexuada) de familia que se asimila a una empresa, pero a una empresa repleta de lazos emocionales, hallaremos lo verdaderamente digno de reseña, y de elogio, en esta película: su capacidad para representar un mito masculino y volverlo bello.