Hasta donde alcanzo a ver, hay dos formas diferentes de enfrentarse a esta película (aparte de despacharla como "otra película más del (artesano) Gordon Douglas"):
- Es posible, en primer lugar, tomarla por sí misma: como obra de arte autónoma. Vista así, hay que decir que nos hallamos ante una gran historia muy mal contada. En efecto, la historia narrada resulta en extremo prometedora: tenemos todos los ingredientes, un gran amor, personajes torturados, sacrificios, generosidad, miseria moral,... Sin embargo, ni el guión profundiza lo suficiente en la construcción dramática de la historia; ni, sobre todo, Gordon Douglas es capaz en ningún momento de otorgar hondura y grandeza a las escenas mostradas (a pesar del buen hacer de los actores).
- Es posible ver también Chuka síntoma: como una manifestación de ese etnocentrismo invertido que, en ocasiones, aqueja también a la cultura occidental: en esta historia, sólo los "salvajes" (los indios arapaho) parecen aún capaces de construir un orden social coherente, una comunidad, de mantener una escala de valores. Por el contrario, los norteamericanos (blancos) se debaten en un caos cultural y moral insuperable: sus existencias carecen de sentido, sus muertes son absurdas e inútiles, sus pasiones vanas.
