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viernes, 19 de febrero de 2010

Michael Mann: "El lado oscuro de la democracia": el genocidio como política democrática


Este libro (Publicacions Universitat de València, Valencia, 2009) del gran sociólogo histórico Michael Mann presenta un análisis comparativo de varios casos de "limpieza grupal" (étnica, política, de clase) en diferentes sociedades a la lo largo de la historia contemporánea: colonias europeas en África, América y Oceanía, Turquía, Alemania, Unión Soviética, China, Camboya, Ruanda. E intenta hallar en ellos ciertos patrones comunes de secuencias causales.

Desde mi punto de vista, tres ideas que desarrolla son particularmente relevantes:

En primer lugar, que, contra una idea bastante extendida, las eliminación de grupos sociales no es prácticamente nunca un acto de toda una sociedad, sino siempre un acto de poder. Es cierto que los grupos sociales que ostentan ese poder son capaces, a veces, de movilizar en favor de su acción a algunos otros sectores sociales, pero nunca a todos (a lo sumo, cuenta con la tolerancia, o la inactividad de algunos más). Ello es importante, para ubicar el fenomeno, en términos de Sociología política, allí donde realmente debe serlo.

En segundo lugar, que dichas acciones obedecen a una racionalidad de naturaleza política (moralmente deleznable, sin duda, y a veces, además, equivocada desde el punto de vista instrumental): son actos que pretenden preservar o cambiar la distribución de poder, cambiar la identidad de la sociedad o de una parte de ella, volverla más gobernable, etc... No son, pues, comportamientos "irracionales" o "enloquecidos", como frecuentemente se dice.

Por fin, en tercer y último lugar, el libro pone de manifiesto de qué manera la eliminación de grupos sociales es, en tanto que política sistemática, un fenómeno eminentemente contemporáneo (Antes de la edad contemporánea prácticamente no hay evidencia de una eliminación sistemática e intencionada de grupos sociales enteros: había matanzas incontroladas y castigos ejemplarizantes -lo que hoy serían crímenes de guerra y crímenes contra la Humanidad-, mas no la eliminación completa de un grupo -lo que hoy denominamos genocidio.) Y que ello obedece a la conexión entre la política de eliminación de grupos sociales y la construcción de sistemas políticos democráticos (democráticos en el sentido originario del término: gobierno del pueblo... no necesariamente respetado los derechos fundamentales ni la división de poderes): en la medida en que, desde la perspectiva de ciertos grupos sociales poderosos, la gobernanza de un sistema político democrático (no igualitario: en un sentido descriptivo, "democracia" no equivale a igualdad política efectiva, tan sólo a igualdad formal entre todos l@s ciudadan@s en lo que se refiere a la participación política) exige la reconstitución del "pueblo" al que se atribuye la soberanía, para hacerlo más (moralmente y/o políticamente) aceptable; reconstitución que puede pasar por la desaparición de una parte de la multitud real.

Es decir, la "limpieza grupal" tiene que ver con el concepto normativo -no descriptivo- de "pueblo" con el que se han venido manejando, de hecho, prácticamente todos los sistemas políticos democráticos que han existido realmente (una de las "paradojas de la democracia"): se trata de uno de los medios (un medio extremo, sin duda, no siempre empleado: depende de las circunstancias) para hacer efectivo ese "deber-ser".

(Hay reseña de Dylan Riley en el nº 48 de la New Left Review.)

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