Adaptación de una obra teatral, (con una versión cinematográfica anterior, dirigida por Alexander Hall, en 1942), esta pequeña musical resulta muy recomendable para quienes -como es mi caso- aman el cine musical clásico. Pero sólo para ell@s. La razón: el argumento es tontorrón, el tono de comedia no está del todo logrado, las canciones son aceptables (aunque sólo por ver cantar a Jack Lemmon merezca ya la pena verla), pero sólo eso... Sin embargo, los números de baile son portentosos. Y es que, claro, la coreografía es de Bob Fosse, que actúa (¡y baila!) también en la película. Y, con ello, el placer para la vista está asegurado.