Muchos veníamos atisbando, ya tiempo atrás, que Ken Loach es un hombre derrotado: no sólo por algunas declaraciones francamente estúpidas (como esa reciente que dice que l@s jóvenes, a diferencia de las generaciones anteriores, desconocen el valor de la solidaridad) que sólo así se explican, sino, sobre todo, porque sus películas vienen poniendo cada vez más de manifiesto que, en su condición de creador, lleva ya tiempo en un callejón sin salida. En efecto, si recorremos su trayectoria de los últimos años, podremos comprobar que cada vez su cine se ha vuelto, desde el punto de vista temático, menos incisivo: historias ("batallitas") del pasado, excursiones por los países del Sur que se han revelado incapaces de profundizar en las realidades de los mismos, alguna historia más sobre los mismos problemas sociales de siempre, pero sin la frescura de antaño, más bien volcadas hacia el melodrama un tanto superficial.
Desde el punto de vista estilístico, por lo demás, Loach, manteniéndose en esencial fiel a su estilo (de convencionalmente "realista", podríamos calificarlo), lo ha ido dulcificando, aproximándolo cada vez más a las convenciones del cine mainstream (al formato de docudrama -que, por lo demás, siempre rondó, como peligro evidente, a su estilo).
(Acaso el problema no sea en realidad suyo como creador, sino nuestro -mío- como espectador@s: acaso el problema sea -como apunta Israel Paredes Badía en su crítica de esta película en Dirigido por...- que, como espectador@s, sabemos ya que en el cine de Loach, hoy en día, todo es predecible, demasidado predecible.)
Sea como sea, Looking for Eric parece un paso mayor en este camino de dulcificación y predecibilidad (aburrimiento): aquí, Loach tira directamente de los recursos de la comedia fantástica más made in Hollywood. No, pues, de René Clair o de Richard Quine (menos aún de Frank Capra), sino más bien de ese género de comedia fantástica, un tanto blandengue y meliflua, que apadrinó la Walt Disney Company. Aquí, un deus ex machina llamado Eric Cantona arregla todos los problemas del protagonista (espléndido Steve Evets... como todos los demás actores y actrices, en la gran tradición británica de interpretación), sólo con su sentido común. Y los problemas no son moco de pavo: una familia rota, un padre depresivo y con problemas en su trabajo, un hijastro implicado con el tráfico de drogas,... Pero todo se resuelve, con sentido común y con buenos sentimientos. ¿No os recuerda a Mary Poppins y a sus canciones sanadoras? (De todo lo que la película nos narra, sólo algunos momentos de comicidad resultan aceptables...)
Obviamente, el mayor problema no es -aunque también lo sea- recurrir a Disney y a su estética (y a su ideología): el problema es que, una vez que se ha decidido hacerlo, no hay quien se crea nada de lo que Loach nos cuenta, ni -menos aún- cómo nos lo cuenta. Para ser como Capra, hay que tener mucho arte. Y Loach, evidentemente, no vale para esto. Como también Israel Paredes Badía apuntaba, o Loach recapacita y cambia (su estética, sobre todo), o much@s le vemos completamente acabado como creador. Una pena, en un hombre con tan buenas ideas (políticas).