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jueves, 14 de julio de 2011

Raúl Zibechi: La construcción de un nuevo modelo de dominación

Aparecido en el nº 116 (mayo 2011) de la revista Viento Sur, este artículo plantea, al hilo del caso ecuatoriano (pero generalizando sus conclusiones a otros gobiernos progresistas de América Latina), una hipótesis sugestiva, aunque inquietante: que el ascenso de gobiernos progresistas en sociedades y en estados que no han cambiado sus bases fundamentales (ni el reparto de la riqueza ni el del poder social y político), esto es, en los que no se han producido revoluciones igualitarias, acaba por producir tan sólo ciertas transformaciones en la forma en la que la dominación (y la explotación) tienen lugar, mas no su radical sustitución por formas políticas menos opresivas.

Que los gobiernos progresistas, al frente de estados (y gobernando sobre sociedades) que siguen siendo injustos, opresivos y clasistas, no tienen otra opción que intentar cooptar a los movimientos socialesy llevar a cabo políticas sociales meramente asistencialistas (con nulo efecto empoderador). Y, en el caso de que ambas medidas no funcione, acaban por recurrir a la represión, de los movimientos sociales y de las clases populares, ya que, en último extremo, siguen debiéndose a quien ostenta el poder social (que no es quien les ha llevado hasta allí, pero sí quien puede echarles, o al menos impedirles gobernar).

Como se comprenderá, muchos otros ejemplos podríamos aducir, en este sentido: en general, toda la experiencia de la socialdemocracia europea -no sólo, pues, los "populismos" progresistas latinoamericanos- está plagada de esta combinación de respeto por los poderes sociales establecidos, establecimiento de relaciones clientelares y despolitizadas con los movimientos sociales, políticas asistencialistas en beneficio de las clases populares (pero sin su participación) y, al cabo, de represión de los sectores, sociales y políticos, de la izquierda y de las clases populares que resulten en cada momento menos asimilables.

En otras palabras: no existe ningún atajo efectivo hacia la transformación social en sentido emancipador. Sólo la emancipación misma (con todo lo que de conflictivo tal fenómeno tiene -el precio suele ser elevado) es el camino.


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