En un estado con tan pobre cultura de evaluación de las políticas públicas como es España puede sonar a ciencia-ficción, pero verdaderamente la cuestión es interesante: a pesar de que el análisis coste-beneficio suele ser presentado como un método "objetivo" de evaluar las políticas, lo cierto es que nada en dicho método es verdaderamente objetivo. De manera que diferentes opciones políticas e ideológicas pueden (como el autor muestra que está ocurriendo en Estados Unidos) utilizar el mismo método para obtener evaluaciones bastante diferentes de las mismas políticas (y, consiguientemente, recomendaciones también distintas para modificarlas o mantenerlas).
¿Cómo se relacionan, en efecto, los diversos marcos valorativos con el análisis, que se pretende imparcial, de los costes y beneficios de una política?
