X

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

jueves, 2 de agosto de 2012

There's always tomorrow (Douglas Sirk, 1956)


En la modernidad (occidental), hemos llegado a concebirnos como auténticos gestores de una empresa que somos nosotr@s mism@s, cuya "rentabilidad" (emocional) hemos de maximizar. Y, por lo demás, tendemos a desconocer que, aun en aquellas facetas de nuestra vida que es posible (más o menos) controlar intencionalmente, casi siempre es más importante la praxis (el camino) que la poiesis (el resultado).

Acerca de estas dos máximas versa la reflexión que, con pretexto narrativo, acomete esta película de Douglas Sirk. Inusualmente transparente en su narración (estamos más acostumbrad@s a películas suyas -como Written in the wind, como Magnificent obsession, como Imitation of life, como All that heaven allows- que valen tanto más por su formalización que por los temas que narran), la obra nos presenta una vida cotidiana, "triunfadora", como una verdadera jaula de oro, como una auténtica tumba, un mausoleo. De los que resulta imposible salir.

Asusta la naturalidad con la que es presentada la represión (escasamente violenta) de todo deseo y la absoluta carencia de viabilidad de cualquier movimiento de liberación individual, atenazado siempre entre las redes del poder. Porque también lo están los propios sujetos: no sólo por fuera, también por dentro, en su mente.

La puesta en escena coopera a esta sensación: los espacios (completamente cotidianos) en los que los protagonistas se mueven aparecen siempre partidos, de manera que la convivencia es, más que nada, coexistencia, con escasa o ninguna comunicación.

Y un como siempre espléndido Fred MacMurray encarna al atribulado (y, al fin, vencido) protagonista.

Véase una brillante reseña, más completa, de la película aquí:

http://sensesofcinema.com/2005/cteq/theres_always_tomorrow/




Más publicaciones: