El cine de animación es, ya desde hace tiempo, el mejor banco de pruebas para la experimentación formal en la industria cinematográfica norteamericana: so capa de películas dirigidas al público infantil, es posible hallar, en este género (al lado de una gran cantidad de morralla), indicios firmes de muchas de las transformaciones formales que, con posterioridad, se han convertido en estilemas generalizados del cine norteamericano más comercial.
En este sentido, Madagascar 3: Europe's most wanted puede constituir, me parece, un hito más en esta tendencia. Tercera película de una saga muy poco estimulante producida por Dreamworks, sin embargo, esta película constituye (aunque sin perder por completo -pero sí en buena medida- la cohesión narrativa) un amplio ejercicio de perfecto "cine de atracciones". En el que la combinación de lo visual y de lo sonoro fascinan por su propia potencia expresiva, sin necesidad de apegarse a la trama. En este sentido, es libertad (formal), lo que se respira en el visionado de esta película.
Por supuesto, no hay nada nuevo bajo el sol: en el fondo, no se trata sino de una renovación de la (ya vieja) vinculación entre cine de animación y cine musical. (Pues si por algo se ha venido caracterizando el género musical es, precisamente, por su capacidad para "poner en suspenso" la linealidad narrativa, introduciendo momentos -secuencias enteras- de "distensión", digresiones y divagaciones sólo ligeramente relacionadas con la trama, oportunidades excelentes para la experimentación formal, audiovisual.) En todo caso, hay que aplaudir -al menos, los amantes del cine musical aplaudiremos- esta capacidad para retomar viejas influencias, para insertarlas en un contexto completamente nuevo y para dotarles de sentido en el contexto de la narración.
En suma, pues, Madagascar 3: Europe's most wanted puede y debe ser vista, por l@s espectador@s adult@s, ante todo como un gratificante ejercicio de forma audiovisual: como una manifestación de ritmo narrativo, de exploración de la capacidad expresiva de las imágenes digitales y de la maestría en la combinación entre composición visual, movimiento de los personajes y banda sonora.
Por supuesto, no hay nada nuevo bajo el sol: en el fondo, no se trata sino de una renovación de la (ya vieja) vinculación entre cine de animación y cine musical. (Pues si por algo se ha venido caracterizando el género musical es, precisamente, por su capacidad para "poner en suspenso" la linealidad narrativa, introduciendo momentos -secuencias enteras- de "distensión", digresiones y divagaciones sólo ligeramente relacionadas con la trama, oportunidades excelentes para la experimentación formal, audiovisual.) En todo caso, hay que aplaudir -al menos, los amantes del cine musical aplaudiremos- esta capacidad para retomar viejas influencias, para insertarlas en un contexto completamente nuevo y para dotarles de sentido en el contexto de la narración.
En suma, pues, Madagascar 3: Europe's most wanted puede y debe ser vista, por l@s espectador@s adult@s, ante todo como un gratificante ejercicio de forma audiovisual: como una manifestación de ritmo narrativo, de exploración de la capacidad expresiva de las imágenes digitales y de la maestría en la combinación entre composición visual, movimiento de los personajes y banda sonora.
