X

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

martes, 25 de octubre de 2011

Hong Sang-soo: una poética cinematográfica de la inanidad


Revisando últimamente buena parte de la filmografía del director coreano Hong Sang-soo (Saenghwalui balgyeon (2002), Yeojaneun namjaui miraeda (2004), Geuk jang jeon (2005), Haebyeonui yeoin (2006), Bam gua nat (2008) -todas ellas editadas en España por Intermedio), me he sorprendido más de una vez interrogándome acerca del sentido, de la finalidad que perseguían los protagonistas (remarco el género: protagonistas varones) de sus películas. Artistas, dedicados a la elaboración de ficciones, que se revelan, sin embargo, incapaces de construir una existencia con algún sentido digno de tal nombre. Lo suyo, en efecto, parecen ser antes los encuentros (sexuales, amorosos, amistosos), el dejarse arrastrar, la mentira casual, mecerse, hundirse; como y hacia donde la vida -las circunstancias- les conduzcan.

Hong Sang-soo, en este sentido, renuncia abiertamente a la clausura narrativa, o a cualquier suerte de presentación de una ontología a través de sus relatos. La cámara se encuentra con los personajes, les espía. Pero también les abandona. Siempre de un modo aparentemente -y la apariencia resulta ser, aquí, esencia- casual. Y ello, porque parecería que no hay nada que representar, en realidad: tan sólo algo -banal, en el fondo- que mostrar, sin ulterior aspaviento.

¿No es esta una cabal representación de la existencia humana, tal y como en verdad se nos aparece?

Aquí estriba, según creo, el interés, pero también las limitaciones de la poética de Hong Sang-soo. Interés, porque, a diferencia de otros constructores de ficciones en torno al encuentro interpersonal (pongamos, Eric Rohmer, con quien a veces se le compara), Sang-soo no peca de geómetra en sus narraciones: todo es casual, todo es sin sentido alguno, la simetría está ausente... como en la vida.

Sin embargo, es cierto también que una mostración (a través de una retórica) puramente fenomenológica de la existencia, con ser realista -materialista- en el sentido más estricto del término (por corresponderse en buena medida con nuestras percepciones en torno a dicha existencia, mucho más de lo que se corresponden con las narraciones canónicamente -y falsamente realistas), es también extremadamente limitada en cuanto a su capacidad de revelación. Uno entra y sale, en efecto, de una película de Hong Sang-soo en el mismo estado de ignorancia y de perplejidad que ya le agarrotaba con anterioridad. Nada obtiene (nada que no supiera ya).

¿Es esto bueno en una obra de arte? Podríamos decir, cuando menos, que es poco. Aunque tal vez dicha modestia de pretensiones (de presentación) pueda resultar, en el fondo, más satisfactoria que muchos intentos más ambiciosos... y, por ello, necesariamente más fallidos. Mas un@, es cierto, no puede dejar de sentir inquietud, ante tamaña limitación de aquello para lo que la obra de arte puede servir... Paradojas de la representación.

Más publicaciones: