Michael Curtiz es conocido como uno de esos "artesanos", de esos directores del Hollywood clásico que, al servicio siempre del sistema de estudios, eran capaces de facturar películas bien acabadas técnicamente, tan buenas como lo fuera la cantidad de recursos disponibles, la categoría de los actores y actrices seleccionados y la calidad del guión. Son numerosísimas las películas dirigidas por él y harto conocidas para los buenos aficionados al cine clásico.
Si me decido, no obstante, a destacar -hoy- este título, es porque constituye una (relativa) rareza en la serie de películas que Curtiz realizó para Warner Bros. a finales de los años treinta y comienzos de los años cuarenta. En efecto, a pesar de emplear a los mismos protagonistas (Errol Flynn y Olivia de Havilland) que las restantes de la serie, se trata de una película de tonalidad dramática particularmente oscura, bien acompañada por la también oscura fotografía en blanco y negro. Y el argumento resulta, cuando menos, notable: algunos años antes del inicio de la guerra civil, el ejército (dirigido en buena parte por oficiales de estados del Sur, esclavistas) tiene que enfrentarse a John Brown, líder de la resistencia armada contra el esclavismo.
Así, los papeles, en esta película, se invierten en relación con lo que es usual en la consideración retrospectiva de la historia norteamericana que viene haciendo desde sus inicios el cine de Hollywood: quienes acabaron por "tener razón" en términos históricos (por emplear la absurda etiqueta que se emplea en estos debates acerca de la "memoria histórica"), en la History, aparecen aquí como los villanos de la historia -de la story. Y ello, primero, por ser demasiado impacientes, por no esperar a que "la historia les diera la razón" (según la versión propia propia de la whig history, tan cara a la buena conciencia histórica occidental, que tantos atropellos excusa, y aun justifica). Y, además, por recurrir a la violencia... cuando no se goza de su posesión monopolista, que sólo le corresponde al poder real, o a sus esbirros.
Interesante, pues, comprobar cómo en un clásico western, no particularmente destacado, sin embargo, aparece, subyacente, toda una teoría política y toda una interpretación de la historia y de la sociedad.
(Cuelgo aquí la película completa, para quien quiera verla directamente desde el blog:)
Así, los papeles, en esta película, se invierten en relación con lo que es usual en la consideración retrospectiva de la historia norteamericana que viene haciendo desde sus inicios el cine de Hollywood: quienes acabaron por "tener razón" en términos históricos (por emplear la absurda etiqueta que se emplea en estos debates acerca de la "memoria histórica"), en la History, aparecen aquí como los villanos de la historia -de la story. Y ello, primero, por ser demasiado impacientes, por no esperar a que "la historia les diera la razón" (según la versión propia propia de la whig history, tan cara a la buena conciencia histórica occidental, que tantos atropellos excusa, y aun justifica). Y, además, por recurrir a la violencia... cuando no se goza de su posesión monopolista, que sólo le corresponde al poder real, o a sus esbirros.
Interesante, pues, comprobar cómo en un clásico western, no particularmente destacado, sin embargo, aparece, subyacente, toda una teoría política y toda una interpretación de la historia y de la sociedad.
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