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jueves, 13 de enero de 2011

Copie conforme (Abbas Kiarostami, 2010)


La diferencia entre una pareja que se inicia y otra que se rompe parece estar, ante todo, en el mundo de la ilusión: una cree tener todo un universo (de sentimientos, de experiencias) por delante; la otra ya sólo cree en el hastío inexorable, irredimible.

Ya sea como agentes o como observador@s, todos y todas participamos de esa caza de fantasmas: contemplamos hechos y, a partir de ellos, imaginamos universos posibles e imposibles. El cine, a este respecto, tiende usualmente a naturalizar esta extraña -y, a veces, siniestra- caza espiritista: vemos -por poner algunos ejemplos paradigmáticos- Viaggio in Italia (Roberto Rossellini, 1954), La notte (Michelangelo Antonioni, 1960), Two for the road (Stanley Donen, 1967) o Un couple parfait (Nobuhiro Suwa, 2005), y apreciamos las sutiles -o no tanto- huellas que el narrador nos proporciona, con el fin de que las sigamos fielmente. Nos negamos entonces, con ello, a permitir que la realidad acceda a nosotr@s, sustituida en cada caso por discursos perfectamente construidos y acabados (aunque, desde luego, con mayor o menor ambigüedad en su significación): ¿por qué han de ser esas parejas en ruptura, por qué no podrían ser -por ejemplo- parejas con una relación otra?

En Copie conforme, Abbas Kiarostami logra desnaturalizar los signos visuales y sus retóricas. Mediante sutiles transiciones (la hostelera que habla con la Ella -Juliette Binoche-, la mirada que él -William Shimmell- lanza por la ventana de la habitación y a su reloj), desestabiliza su significado. Nos obliga a cuestionarnos cuánto hay de impuesto en nuestras interpretaciones. Cuánto de imaginario en las relaciones humanas. Cuánto de gesto retórico (por consiguiente: artificioso) en las películas que contemplamos.

Copie conforme parece querer enseñarnos el cine (y el drama) narrativos desde su envés: luces, cuerpos, sonidos, que alguien (creemos que somos nosotr@s mism@s... aunque tal vez lo somos menos de cuanto pretendemos) transforma en historias (y en discursos). Fantasmas, en suma: útiles, reveladores, irreales; acaso imprescindibles (¿para qué, para quién?).

(Puede verse una interesante recensión online de la película en la revista Contrapicado.)




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