Al hilo de los sucesos de Túnez de los últimos días, me ha venido llamando la atención el tono de bastantes de los mensajes que han circulado en los espacios de comunicación de la izquierda. He aquí un ejemplo de -lo que podríamos denominar- retórica de la "mística revolucionaria", que cierta izquierda (bienintencionada, aunque) descerebrada cultiva hoy:
Una izquierda que parece haber abandonado su vínculo tradicional con la mejor ciencia, para dejarse arrullar por cancioncitas revolucionarias superficiales.
Porque la ciencia social nos dice que las revoluciones no se hacen (sólo) con buenas intenciones, sino que son fruto de factores causales objetivables (redes sociales, alternativas de acción, imaginarios sociales, ideología, base material, poderes actuantes, etc.), y tienen límites y resultados medibles (que, contra lo que creen los místicos, no es la llegada del "reino de dios en la tierra", sino, en el mejor de los casos, un cambio en algunas estructuras sociales y otras del sistema político -y, en otras, ni siquiera eso: tan sólo un cambio de élites políticas).
Porque la ciencia social nos dice que las revoluciones no se hacen (sólo) con buenas intenciones, sino que son fruto de factores causales objetivables (redes sociales, alternativas de acción, imaginarios sociales, ideología, base material, poderes actuantes, etc.), y tienen límites y resultados medibles (que, contra lo que creen los místicos, no es la llegada del "reino de dios en la tierra", sino, en el mejor de los casos, un cambio en algunas estructuras sociales y otras del sistema político -y, en otras, ni siquiera eso: tan sólo un cambio de élites políticas).
Y, consiguientemente, por lo que hace a la acción (política), necesitamos más análisis sociales y más planes de acción (con sus objetivos a medio y a corto plazo, sus acciones específicas interconectadas en una visión estratégica, sus presupuestos, sus recursos humanos y económicos, su infraestructura organizativa, sus activistas suficientemente capacitad@s para llevar a cabo las tareas que deben acometer, sus mensajes de comunicación, etc.), para incidir sobre instituciones específicas, sectores sociales específicos... Y menos cháchara revolucionaria, que parece ser únicamente la droga consoladora de l@s derrotad@s.
En suma: en la izquierda necesitamos, ahora mismo, más prosa (más ciencia, más técnica) y menos verso. (Por más que éste sea también necesario -aunque también en la poesía de la revolución, hay clases: la hay más pueril y más penetrante.)