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martes, 7 de diciembre de 2010

Jan Potocki: Manuscrit trouvé à Saragosse


Uno puede leer esta magna opus de Jan Potocki, me parece, de dos maneras diferentes (en todo caso, no excluyentes entre sí): primero, como una sarta de historias engarzadas unas con otras -y, más aún, también unas en otras-, al modo de la larga tradición literaria que va de la novela bizantina a Don Quijote de la Mancha (y Los trabajos de Persiles y Segismunda), pasando por Las mil y una noches. En este primer sentido, la obra resulta entretenida (aunque no particularmente original). Pero puede también ser leída -y me parece esta una lectura mucho más interesante- como una suerte de manifiesto (literario, claro está) de la crítica ilustrada; un manifiesto, pues, de la modernidad ideológica.

En esta segunda lectura, la novela de Potocki comparte, por una parte, en buena medida (salvata distantia, dado el diferente momento histórico de redacción y de publicación de ambas obras) modernidad y técnicas literarias con la obra maestra de Miguel de Cervantes, con Don Qujote de la Mancha. Se trata, en efecto, en ambos casos de emplear recursos literarios (temáticos, estilísticos, estructurales) propios de la tradición literaria... para, precisamente, desmontar, a través de la ironía (menos sarcástica aquí que en la obra de Cervantes, aunque igual de punzante en su fondo discursivo) todo el trasfondo tanto ideológico (filosófico, político) como de teoría literaria sobre el que aquellos recursos se sustentaban. Aquí, el recurso a la técnica de la sarta de historias (galantes, mágicas, aventureras, etc.) engarzadas es utilizado como instrumento para cuestionar el conjunto del pensamiento pre-moderno (un pensamiento con un basamento esencialmente medieval, mantenido en buena medida a lo largo de la Edad Moderna, hasta el siglo XVIII): el pensamiento religioso (la religión cristiana es puesta en igualdad de condiciones con la judía o la musulmana), el político (la política pierde su sentido), el social (el honor es ridiculizado, las convenciones sexuales devienen absurdas,...).

Por otra parte, la obra de Potocki añade al anterior un segundo estrato referencial, también preñado de significación (no sólo literaria, estética, sino también) ideológica: se trata del modelo narrativo de la novela de formación (Bildungsroman), tan presente en la Ilustración europea (Émile, Candide, Wilhelm Meisters Lehrjahre,...). En atención a dicho estrato, y a su utilización retorcida (irónica), podemos observar el proceso de "deseducación" de Alfonso van Worden, el protagonista de la novela. A quien la sucesión de experiencias que le acaecen, unidas a aquellas otras de las que tiene noticia a través de los relatos de terceros que tiene ocasión de escuchar, conducen a un estado -sugerido, nunca explicitado plenamente- de puesta en cuestión de cuanto (honor, familia, patria, tradición,...) ha formado parte de su educación afectiva y cívica.

Así pues, si tuviésemos que etiquetar la novela de Potocki desde el punto de vista ideológico, podríamos hacerlo con esas sencillas palabras: es la novela de la crítica; de la crítica moderna. Pero -y aquí estriba su grandeza literaria- dicha novelización de crítica es llevada a cabo, precisamente, a través del empleo (para ponerla en cuestión, desde luego, pero empleándola con excelsitud) de toda la tradición literaria pre-moderna.

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