Una de la serie de películas que Sternberg hizo con Marlene Dietrich en Estados Unidos, es ésta otra más de sus fábulas acerca del carácter destructivo del deseo y del amor.
"¿Está enamorada?", le pregunta Monsieur La Bessiere (Adolphe Menjou) a Amy Jolly (Dietrich). "¡Espero que no!", responde ella. Y, sin embargo, Amy Jolly resulta, al cabo, incapaz de desoír las voces de deseo, que le llaman, inexorables, abandonando al millonario y enamorado La Bessiere por una vida difiícil junto al legionario Tom Brown (Gary Cooper), que a su vez ha intentado también, con todas sus fuerzas, huir de ella.
La cuestión, claro está, es cómo se nos muestra la historia, este ensueño romántico: siguiendo los modos usuales en Sternberg, la película muestra más un ambiente, casi físico, que auténticos personajes bien compuestos, con sentimientos creíbles (desde un punto de vista realista). Se diría que el deseo, en su cine, es antes una fuerza telúrica, que se desprende de los paisajes, de las ambientaciones (del decorado, de los vestuarios)... que está -casi- en el aire, a tenor de la forma en la que la fotografía es aprovechada con finalidad expresiva.
Sólo así, como una retórica, expresada de manera sensible (esto es, no en palabras ni en conceptos, sino de una manera que resulte perceptible a través de la vista y del oído: no olvidemos la última escena de la película, en la que Amy Jolly se aleja por el desierto, siguiendo a los legionarios, mientras, durante un par de minutos, sólo el ulular del viento llena la escena), acerca del amor y del deseo, nos es dado aceptar su cine, que carece de profundidad (en el sentido dramático habitual), mas no de capacidad para mostrarnos un fatum ineluctable -y, en tanto que tal, sobrehumano-.