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lunes, 16 de noviembre de 2009

Juno (Jason Reitman, 2007)


Cuando la película se estrenó, en 2008 (fue uno de los sleepers del año), no fui a verla, por tender a pensar -a tenor de los comentarios y críticas que pude recoger- que debía de estar un pelín sobrevalorada. Ahora acabo de tener de nuevo la oportunidad de hacerlo y la he visto por fin. Y la sensación que me ha producido es ambivalente: ni tanto ni tan calvo. Me explico:

Juno responde, en principio, punto por punto a todos y cada uno de los estereotipos narrativos (historia, personajes, medio en el que tiene lugar la trama) y formales (movimientos de cámara, fotografía, montaje, ambientación musical, estilo de interpretación) de ese monstruo que, por costumbre, seguimos denominando "cine independiente norteamericano"... y que ya no tiene nada que ver con John Cassavetes, ni con Monte Hellman, sino que resulta cada vez más difícil de distinguir de algunas de las películas de -pongamos por caso- Steven Spielberg o de Nora Ephron (¿exagero?), por no hablar de Steven Soderbergh o de Oliver Stone. En definitiva: cine completamente academicista, en el que sólo parece variar el presupuesto y el perfil de los personajes (freaks, pero sin estridencias). Cine dirigido claramente al público de jóvenes universitarios que tienen o tenemos pretensiones de distinción, pero no ganas de esforzarnos demasiado pensando en el cine.

- A pesar de lo anterior, Juno logra superar las limitaciones de su modelo genérico, aunque sólo en parte. Lo hace, me parece, muy satisfactoriamente en el plano de lo narrativo: el guión (el primero de Diablo Cody), que parte de una prototípica situación del cine indie (adolescente rarita, aunque no tanto, queda embarazada y debe decidir qué va a hacer), logra, no obstante, trascender los tópicos del mismo, para presentarnos un cruel retrato social de gente completamente perdida. Tanto l@s adolescentes como sus padres, tanto estos como la pareja que espera una adopción, todas ellas son personas que están ya derrotadas desde el inicio, que a veces aún no lo saben y todavía luchan, pero que al final acaban por claudicar. No existe final feliz para nadie, tampoco para Juno: el amor incierto que, al final, parece unirla a Bleeker, es muy probable que acabe como el de los adultos que la rodean, en derrota.

- El problema está, sin embargo, en la puesta en escena, en la dirección. Y es que el academicismo de la misma es apabullante, hasta el punto de que la película se hunde en la mediocridad, sosteniéndose solamente -a duras penas- sobre las buenas interpretaciones y unos diálogos chispeantes... demasiado chispeantes, diría yo, como si quieran ocultar la inanidad del trabajo de puesta en escena.

En fin: una película mediana, por encima de la mayoría del cine independiente norteamericano (lo cual no es decir mucho). Pero no mucho más.




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