Y, sin embargo, es cierto que, dentro del "ciclo de Santa María" (aquellas de sus obras narrativas que están ambientadas en aquella ciudad imaginaria), es esta novela aquella en la que más atención se presta a la interacción entre personajes y universo social circundante. En efecto, en ella la (patética) epopeya de Larsen (el "Juntacadáveres" del título de la obra) trasciende su naturaleza puramente existencial (que, por ejemplo, en la anterior El astillero destacaba sobremanera, hasta anegar por completo de existencialismo y absurdo el sentido último de la narración), para convertirse además, en buena medida, en parte de lo que se constituye en la metáfora representativa e iluminadora de toda una sociedad: la aventura del proxeneta y del prostíbulo que -con respaldo oficial- inaugura en Santa María se entrecruza con la de las bajas pasiones que se ocultan detrás de la apariencia de respetabilidad de la burguesía provinciana.