Detroit es una película notablemente desequilibrada, imperfecta... a pesar de la enorme categoría de (la mayoría de) sus imágenes. Y la fuente de su desequilibrio resulta evidente: se deriva de la tensión entre aquello que constituye la potencia esencial del cine de Kathryn Bigelow y lo que, en cambio, las convenciones del cine político "liberal" más comercial parecen demandar de una película de esta naturaleza.
lunes, 9 de octubre de 2017
Detroit (Kathryn Bigelow, 2017)
Detroit es una película notablemente desequilibrada, imperfecta... a pesar de la enorme categoría de (la mayoría de) sus imágenes. Y la fuente de su desequilibrio resulta evidente: se deriva de la tensión entre aquello que constituye la potencia esencial del cine de Kathryn Bigelow y lo que, en cambio, las convenciones del cine político "liberal" más comercial parecen demandar de una película de esta naturaleza.