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lunes, 10 de abril de 2017

España es el tercer país de la UE cuyos ciudadanos tienen peor imagen de la independencia de sus jueces



Economía solo gastó en 2016 un tercio de lo que presupuestó para I+D



Sujeto histórico, cultura material y construcción de identidades: a propósito de "El cartógrafo" (Juan Mayorga)


En El cartógrafo, Juan Mayorga aborda el desafío constituido por los rastros, por los trazos: trazos de la materialidad de los signos del pasado. Y a la cuestión adicional de la repercusión que dicha materialidad, y su significado presente, han de poseer, inevitablemente, para la autocomprensión de los seres humanos. (Unos seres que se muestran siempre -quiéranlo, de mejor o peor grado- como sujetos sociales y como sujetos históricos.)

Una ética del vicio


"Todo lo que es realmente moral comienza cuando la moral ha sido eliminada. La mezquindad de las normas racionales no es en ningún lugar más evidente que en la condena del vicio –esa expresión de la tragedia carnal causada por la presencia del espíritu en la carne. Pues el vicio implica siempre una huida de la carne fuera de su fatalidad, una tentativa de romper las barreras que contienen los impulsos pasionales. Un tedio orgánico conduce entonces los nervios y la carne a una desesperación de la que sólo pueden escapar ensayando todas las formas de la voluptuosidad. En el vicio, la atracción por las formas diferentes de las normales produce una inquietud turbadora: el espíritu parece entonces transformarse en sangre, para moverse como una fuerza inmanente a la carne. La exploración de lo posible no puede realizarse, en efecto, sin la ayuda del espíritu ni la intervención de la conciencia. El vicio es una forma de triunfo de lo individual; y ¿cómo la carne podría representar lo individual sin un apoyo exterior? Esta mezcla de carne y de espíritu, de conciencia y de sangre, crea una efervescencia extraordinariamente fecunda para el individuo víctima de los encantos del vicio. Nada repugna más que el vicio aprendido, forzoso y fingido; de ahí que el elogio del vicio sea totalmente injustificado: como máxima podemos constatar su fecundidad para aquellos que saben transfigurarlo, hacer desviarse a esa desviación. Cuando se lo practica de manera brutal y vulgar, no se explota más que su escandalosa materialidad, desdeñando el estremecimiento inmaterial en el que reside su calidad. Para alcanzar ciertas alturas, la vida íntima no puede prescindir de las inquietudes del vicio. Y ningún vicioso debe ser condenado cuando, en lugar de considerar el vicio como un pretexto, lo transforma en finalidad."

E. M. CioranPe culmile disperării (=En las cimas de la desesperación)