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viernes, 10 de febrero de 2012

J. Edgar (Clint Eastwood, 2011)


¿Sería posible construir un biopic de Rudolf Höß (comandante del campo de exterminio de Auschwitz) sin hablar de política, ni de exterminio, ni de derechos humanos? Seguramente sí: podría hablar de su infancia, de sus noviazgos, de su matrimonio, de sus hijos, de sus gustos y aficiones,... Aunque, desde luego, lo que obtendríamos así sería una narración bien extraña: casi nada de lo que volvió a esta persona relevante para el resto de nosotr@s (su capacidad genocida, su obediencia ciega, su insensibilidad moral) aparecerían en escena. Sólo se me ocurre, entonces, una forma en la que tal hipotético biopic puramente íntimo del genocida resultase relevante, no meramente estrambótico: si la narración de su intimidad fuese capaz de hacer luz, reveladora, acerca de cuanto del personaje nos resulta verdaderamente relevante, su comportamiento público.

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