Acaso la esencia de (el encanto de) esta película de Jia Zhang Ke pueda ser resumida en su secuencia final: en ella, Xiao Wu (Wang Hong Wei), el carterista detenido por la policía, el carterista que no ha querido "redimirse" y adaptarse a los tiempos, convertirse en empresario o en especulador, es dejado por un momento en la calle, esposado. Decenas de ciudadan@s (ninguno de ellos es actor profesional) se aproximan y contemplan: al protagonista, pero también a la cámara. Y, al tiempo, se convierten en objeto de la mirada de la película. Los planos son sostenidos, cada uno durante unos instantes, dejando que la vida transcurra delante de la cámara, sin pretender (aparentemente) forzarla a revelarse, dejándola aparecer.
viernes, 29 de julio de 2011
Urge Brazil, South Africa and India to stop the bloodshed in Syria
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