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lunes, 27 de abril de 2020

La universidad online no se improvisa...


Curiosamente (o no), en las discusiones -un tanto pueriles- sobre la docencia y la evaluación universitarias online, que se están produciendo estos días en los medios de comunicación españoles  al hilo de la suspensión de clases por la epidemia (veáse, por ejemplo, aquí), se habla de muchas cosas: de brecha digital en profesorado y en algunas familias de estudiantes, de profesor@s que no han sabido, podido o querido responder a la situación como se supone que deberían, de posibilidades tecnológicas,... Todo ello, sin duda alguna, es importante. Pero lo es aún más, porque es lo esencial (el objetivo último de la actividad educativa), algo de lo que muy poco se está hablando, prácticamente nada: el aprendizaje.

Pues con brecha digital o sin ella, lo que es evidente para cualquiera que conozca las universidades españolas es que, de hecho, el aprendizaje en las asignaturas de este segundo cuatrimestre del curso 2019/ 2020 va a ser notoriamente defectuoso. Hablando en términos generales, ningún alumn@ va a finalizar el cuatrimestre, cualquiera que sea la manera de evaluarle y cualquiera que sea la calificación que se le ponga, en las mismas condiciones de aprendizaje que sus compañer@s de cursos anteriores, sino significativamente peor. (Salvo, claro está, en aquellas asignaturas y con aquell@s profesor@s que, incluso en condiciones de normalidad, ya no se aprendía nada, o nada relevante... 😈)

La razón es obvia: la docencia no presencial no consiste solo tener en buenos ordenadores, buenas conexiones telemáticas, profesor@s formad@s en el uso de la tecnología. Por el contrario, la didáctica de la docencia no presencial ha de ser completamente diferente a la de la docencia presencial, porque la interacción profesor(a)/ alumn@ es completamente distinta, y mucho más problemática. Y una didáctica así (materiales, programación, métodos de docencia, preparación de las clases, etc.) no se improvisa en dos días.

Por ello, sorprende -si no enfada- escuchar a autoridades académicas de todos los niveles (Ministro, rector@s, etc.) felicitándose de lo bien que ha reaccionado la universidad española ante la suspensión de clases presenciales por la pandemia. No dudo de que muchísim@s profesor@s hayamos intentado minimizar los daños de la suspensión y hacer lo posible para que nuestros estudiantes siguiesen aprendiendo. Pero ocurre que en el aprendizaje lo esencial es el resultado final, no (solo) el esfuerzo realizado.

Y si de resultados del aprendizaje hablamos, entonces una actitud mucho menos autocomplaciente, más autocrítica; que pensase más en cómo compensar los déficits de aprendizaje que inevitablemente -aun en el mejor de los casos- se han producido que en lanzar mensajes falsamente tranquilizadores a la población (engañándola), esa sería la forma políticamente responsable de liderar nuestras instituciones universitarias. Menos propaganda, pues, y más políticas basadas en la evidencia (de aprendizaje), eso es lo que estamos necesitando.


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