X

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

martes, 24 de septiembre de 2019

Flannery O'Connor: The Barber


"You ever tried to argue with a barber?" -"¿has intentado alguna vez discutir con un peluquero?". Esta es la pregunta clave que se plantea Rayber, el profesor protagonista de The Barber. Y su respuesta es que, desde luego, aunque sea difícil, es preciso esforzarse y discutir y argumentar racionalmente, con tu propio peluquero y con cualquier otro de tus conciudadanos... aun cuando finalmente acabará abocado al fracaso, a hacer el ridículo debido a ello. Y a ser perfectamente consciente de dicho fracaso y de dicho ridículo.

Lo que en The Barber Flannery O'Connor plantea, e irónicamente pone en cuestión, es la misma posibilidad de una racionalidad intersubjetiva, accesible por a todas las personas. O, expresado de otro modo, el abrumador impacto de la desigualdad social (étnica, de clase, cultural) sobre la teórica humanidad común; o, más aún, sobre la teórica comunidad de valores propia de una civilidad liberal.

Rayber cree firmemente en esos principios morales y políticos, que le han sido inculcados en sus estudios universitarios: que todos los seres humanos nacen libres e iguales, que todos tienen derecho a opinar, que todos pueden cambiar, que todos somos capaces de razonar y de hacer juicios morales válidos...

Y, sin embargo, el profundo ridículo de ese profesor, al intentar dirigirse con argumentos elaborados (sobre libertad, igualdad, dignidad) a un auditorio formado por personas profundamente marcadas por la dominación, por la incultura, por los prejuicios racistas, por su necesidad de reafirmarse como comunidad dominada ante el poder social (también ante aquel que el propio profesor representa), su repentina conciencia de que su tarea es (en el contexto social en el que se halla) inútil, absurda, que nunca será escuchado por lo que dice, sino por cuándo, dónde, cómo y quién lo dice, parecerían poner justamente en cuestión todas y cada una de las convicciones morales liberales que el profesor venía manteniendo.

He ahí la ironía de la historia: su renuncia a la discusión racional, su resignación ante la inevitable irracionalidad del otro (más pobre, más inculto y más apegado a valores tradicionales y estúpidos), le coloca a él en el mismo espacio de irracionalidad que aquellos a quienes llega a despreciar; tan solo algo más empoderado, acumulando un mayor poder (ideológico), pero tan alejado ya de la construcción de una esfera pública (en el sentido liberal-republicano del concepto) como pueden estarlo sus racistas y embrutecidos conciudadanos.

La cuestión, por supuesto, la perturbadora cuestión, es si lo que The Barber narra es tan solo una leve fábula irónica, que debe arrancarnos una sonrisa de ternura ante los apuros de ese atribulado profesor. O si no ocurre más bien que tod@s acabamos por convertirnos, más pronto que tarde, en otr@s tant@s Rayber, asomad@s a similar abismo moral (el abismo de la omnipresente amenaza del triunfo de la irracionalidad humana, de la pura voluntad de poder) y tan insegur@s como él a la hora de ser capaces de eludir el riesgo de vernos arrastrad@s a él, junto con nuestras más arraigadas creencias humanistas.


Más publicaciones: