Estas últimas semanas he tenido ocasión de ver las dos últimas películas dirigidas por Guillermo del Toro: Crimson Peak (2015) y The shape of water (2017). Las dos tienen en común (como prácticamente todas las películas que ha dirigido) su apego a los personajes e historias dotadas de componentes de fantasía: fantasmas, monstruos, seres imaginarios, todos ellos interactuando con los seres humanos y condicionando radicalmente sus existencias. La realidad (la realidad perceptible), concebida, en fin, como tan sólo una parte de lo que verdaderamente existe, que resultaría ser mucho más amplio, complejo y rico.