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jueves, 22 de noviembre de 2018

Buh-ning (=Burning) (Lee Chang-Dong, 2018)


Buh-ning constituye un ejemplo espléndido de lo que podríamos denominar género "fantástico psicológico": aquel conjunto de narraciones en las que el cuestionamiento de las estructuras y categorías conforme a las cuales solemos aprehender de la realidad procede no tanto de acontecimientos externos cuanto de la propia e idiosincrásica manera de percibir por parte del observador (del personaje protagonista). Así, el igual que en películas como Repulsion (Roman Polanski, 1965) o Rosemary's baby (Roman Polanski, 1968), aquí la inquietud penetra en la narración principalmente a través de los ojos del observador, Lee Jong-Su (Ah-In Yoo).

La aportación de esta película al género es, no obstante, la de modernizar el sustrato psicológico a partir del cual el observador construye la inquietante realidad que (percibe que) le rodea. Así, si en películas como las antes citadas era un trasfondo psicoanalítico o religioso el que permitía categorizar las obsesiones e inquietudes del observador cuando se enfrentaba a los datos de la realidad, en Buh-ning las cosas han cambiado radicalmente. Aquí, el personaje protagonista, conductor de la trama, es un joven contemporáneo, sobreinformado y desorientado. Con graves problemas de comunicación con su padre, solitario. Sexualmente inseguro. Con una enorme ansiedad acerca de su posición de clase, de su rol de género y de sus expectativas de ascenso y de inserción social.

De este modo, las inquietudes, miedos y obsesiones de Lee Jong-Su no tienen ya que ver con la sexualidad (entendida al modo avasallador que la vino entendiendo la tradición judeocristiana) ni con la culpa (también judeocristiana). Sus miedos son, en cambio, eminentemente contemporáneos: la precariedad de las relaciones personales y de las posiciones sociales, la amenaza de ser desplazado por otro (varón) en sus intercambios sexuales y emocionales, la dificultad para presentar una apariencia de sí mismo ante l@s demás que resulte suficientemente apropiada y llamativa,...

Miedo social, en suma: procedente de las inseguridades de la interacción social de nuestro presente, en el que las desigualdades (de clase, de género, etc.) siguen universalmente presentes, al tiempo que, pese a ello, son moralmente condenadas. Tiempos en los que tod@s deberíamos ser informales, triunfador@s, hermos@s, flexibles, capaces de asumir la precariedad sin pestañear, de seguir siempre sonriendo, "emprendiendo" y vendiéndonos a nosotr@s mism@s. Fornicando sin esperanza, relacionándonos sin expectativas. (Justamente, como parecería hacerlo el personaje antagonista, Ben -Steven Yeun.)

Es evidente que para el personaje protagonista de Buh-ning, tales patrones de interacción resultan absolutamente imposibles de asumir, sin aceptar al tiempo una angustia insoportable. De manera que, sin necesidad de sufrir alucinaciones o delirios de ningún tipo, se ve abocado a intentar -vanamente- destruir, mediante un postrer acto de violencia, esas estructuras sociales que siente como amenazantes. Como la última fuente del terror, que llega a atenazarle.




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