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miércoles, 21 de septiembre de 2016

La maduración masculina como quiebra: dos películas de Richard Linklater


Much@s han apuntado ya la evidente relación existente entre Dazed and confused (1993) y la última película que se ha estrenado de Richard Linklater, Everybody wants some!! (2016): títulos inspirados en canciones emblemáticas del rock, retratos generacionales, componente nostálgico, descripción de universos juveniles eminentemente masculinos,...

Viendo, ahora, ambas películas de manera consecutiva, acaso lo más llamativo (y lo que más las relaciona, en realidad) sea el modo en el que estos dos retratos de grupo masculino en proceso de cambio de etapa y de maduración reflejan la enorme tensión dialéctica a la que el fenómeno de la integración social del adolescente (masculino) en el mundo adulto tiene lugar. De una parte, en efecto, el adolescente sigue apegado a su universo de fantasía: amistad, deseo, anhelo de omnipotencia, eventualidad de que todo resulte posible y pueda ser convertido en realidad, etc.

Y, sin embargo, el proceso de maduración produce, necesariamente, una quiebra: una fisura en el universo de fantasía adolescente. La creciente sospecha de que, en realidad, en muy buena medida los ensueños, deseos y anhelos adolescentes están abocados al fracaso, a ser arrumbados por el curso de la vida y por la coacción social. Que el tránsito hacia la madurez es, al mismo tiempo, también un peregrinaje hacia la insignificancia.

(O, de otro modo: que afrontar con decencia y dignidad la edad absoluta exige, ineludiblemente, ejercitarse en artes -paciencia, constancia, humildad, conocimiento,...- que usualmente apenas son abordados como partes relevantes de la educación tradicional en la masculinidad.)


Es en este sentido en el que las dos películas de Linklater que comento resultan notables: en su capacidad para narrar con sutileza el surgimiento de esa quiebra, de esa fisura. Así, ambas películas (ambientadas, respectivamente, en el último día de clase en el instituto y en los días previos al comienzo del curso en la universidad) retratan, en la mayor parte de su metraje, escenas de prepotencia masculina, de machismo, de comportamiento adolescentemente alocado,... Pero, al mismo tiempo, se muestra cómo, de entre todo ese entramado de aturdimiento, surge, inevitablemente, la clarividencia: se perciben las limitaciones, el miedo al futuro, la necesidad de cambiar. Y, por supuesto, el riesgo de que ese cambio sea a peor.

Películas modestas, pues. Pero que, en su modestia, vienen a representar de manera notablemente fiel (seguramente, por su falta de estridencia y de retórica) algunos dilemas ineludibles de la masculinidad (y de la maduración) contemporáneas. Razón por la que merecen al menos una revisión, y una reflexión.




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