sábado, 24 de enero de 2015
Leviafan (=Leviatán) (Andrei Zvyagintsev, 2014)
Leviafan narra una trama que abiertamente pertenece al subgénero de la intriga criminal dotada de un contexto político: como tantas otras muestras del subgénero (pienso en tantas películas norteamericanas e italianas de los años setenta del pasado siglo), se muestran los efectos de un poder corrupto sobre la ciudadanía, las complicidades y redes -de favores y de miedos- que teje y que le aseguran la impunidad, y los esfuerzos de ésta (ímprobos, pero, al cabo, fallidos) para resistirle. Podríamos pensar, pues, que nos hallamos únicamente ante una denuncia de los abusos del poder político y de la corrupción en la Rusia contemporánea, así como de las complicidades y tolerancias de una sociedad atemorizada con tales abusos.