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jueves, 29 de octubre de 2015

Les combattants (Thomas Cailley, 2014)


Por segunda vez en poco tiempo (la primera fue en Mes séances de lutte, también francesa) me encuentro con una aproximación al amor romántico desde los márgenes del cine bélico: el amor como lucha, o -también- la lucha como forma de amor.

Lo que en Mes séances de lutte era una amarga y reflexiva disquisición -e inquisición- acerca de las formas del lenguaje amoroso, en Les combattants rebaja su intensidad, para convertirse en el retrato de dos personajes disímiles que, sin embargo, van experimentando un proceso de atracción mutua, que les lleva a aproximarse y a renunciar a buena parte de sus singularidades, para constituir una pareja.

Nos movemos, por lo tanto, en el ámbito genérico de la comedia romántica. Y, sin embargo, la adscripción genérica (evidente, por lo demás) se ve perturbada, impedida de volverse canónica (y lo suficientemente convencional), por las impurezas que, procedentes de otros géneros (del género bélico, principalmente, pero también del género de las survival movies), se entremezclan en la dinámica romántica. El proceso de atracción, aproximación y emparejamiento resulta, no obstante, en el fondo extremadamente común, convencional. No lo son sus maneras más aparentes.

De cualquier modo, y más allá de las convenciones propias del género acerca de en qué consiste el encuentro romántico, acaso lo más interesante de la película (una película extraña, pero que no llega a inquietar, ni a revelar nada auténticamente relevante acerca de la condición humana) sea ese retrato de un cierto tipo de joven (aquí, Madeleine -Adèle Haenel) que alberga tanta rabia, tanta frustración, tanta desconfianza hacia las potencialidades de las relaciones humanas. Que sólo es capaz de imaginar un futuro lo suficientemente personal allí donde (como aparece representada, en su fallida idealización, la vida militar) sea su cuerpo el que se exprese, puro, sin reservas ni matices, a través de la agresividad ilimitada y espontánea. En el contexto de la película, la rabia de Madeleine permanece inexplicada. Mas nosotr@s sabemos que existen, sin duda, numerosas situaciones, y razones, para que un/a adolescente, temeros@ aún de penetrar en la edad adulta, pueda hospedar tales miedos y tales reacciones irracionales.

Que nadie busque, entonces, en Les combattants, un análisis del fenómeno, o de su contexto, o una resolución convincente del conflicto subyacente (que en la película se soluciona conforme a las convenciones propias del género al que está adscrita). Pero sí, en cambio, podrá hallarse un retrato de esta suerte de contemporáneo mal du siècle.




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