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jueves, 3 de septiembre de 2015

Italo Svevo: La coscienza di Zeno


La coscienza di Zeno es presentada como un escrito autobiográfico que Zeno, el personaje protagonista, habría pergeñado a petición de su psicoanalista... para descubrir, al hacerlo, que todo el proceso pretendidamente terapéutico de psicoanálisis al que se estaba sometiendo resulta, en su caso, completamente inútil.

Puede verse, así, ciertamente en la novela una sátira (avant la lettre, dadas las fechas de composición de la obra) del discurso psicoanalítico. Y, sin embargo, si esto fuese todo, seguramente apenas tendría interés, o éste habría quedado muy atenuado por el paso de los años y la pérdida de actualidad de la moda freudiana y psicoanalítica.

(De modo similar, también es posible establecer claras y profundas correspondencias entre muchos avatares e inquietudes que el protagonista, Zeno, manifiesta en la obra, con las de su autor, Italo Svevo. Mas, hoy en día, ¿a quién le importa en realidad ese rastreo de signos biográficos en la obra narrativa?)

En cambio, lo que hace importante a La coscienza di Zeno en el seno de la literatura modernista europea de la primera mitad del siglo XX es, más bien, el hecho de que constituye acaso el ejemplo más acabado de representación clarividente de la (mala) conciencia burguesa.

En efecto, lo característico de las tribulaciones mentales de Zeno estriba en lo agudo de su autoconciencia. En el hecho de que sea capaz de mantener constantemente presente, y de plasmarlo así en el escrito autobiográfico que se supone que da cuerpo a la historia narrada, la contradicción permanente que aqueja a su relación, siempre problemática, con los tres vértices del triángulo dentro del que su mente se agita: la realidad material externa (que incluye, muy principalmente, a los restantes seres humanos), los deberes morales que pretendidamente le corresponden y el bagaje de sus pensamientos y emociones más íntimas.

Justamente, lo que la narración de La coscienza di Zeno viene a representar es la extrema dificultad, la práctica imposibilidad en realidad, de cuadrar adecuadamente la relación entre esos tres vértices del triángulo: ni lo que el sujeto debe se compadece bien con lo que piensa, quiere o siente, ni esto se ajusta perfectamente a la realidad externa en la que tiene que operar, ni tampoco, en fin, los deberes que la ética burguesa (tan aparentemente "razonable") parecen resultar realistas, a la vista de cómo son los seres humanos y de cómo es el mundo en el que viven.

Esta práctica imposibilidad de ser coherente (internamente) y realista (en relación con el mundo exterior) conduce a Zeno a la única alternativa racional que -en el universo narrativo que se ha configurado en la novela- le queda al personaje: la impostura. Y, así, Zeno es un personaje que constantemente finge: ante los demás, sí, pero también ante sí mismo. Que constantemente se debate entre la necesidad de aparentar ser algo que ni es ni puede ser, ni tampoco lo quiere; pero cuya apariencia le viene impuesta, tanto desde el exterior ("guardar las apariencias", tradicional mandato de la ética burguesa) como desde su propia personalidad (al fin y al cabo, conformada en esa escuela moral). Que necesita incluso fingir ante sí mismo que se esfuerza en ser como se supone (todos quienes le rodean, pero él mismo también) que se ha de ser... por más que, de hecho, el personaje revele constantemente su más íntima renuencia a adaptarse y someterse.

De este modo, La coscienza di Zeno constiuye la narración de un fracaso épico: el fracaso de un sujeto burgués para constituirse plena y acertadamente como tal. Lo cual, para él, es el fracaso del esfuerzo en ser hombre, pues un burgués no puede imaginar otra forma de serlo que la que consiste en asumir las formas y los valores burgueses...

Narración del fracaso, representada en la tremenda sinceridad de Zeno para poner por escrito (en su supuesto escrito autobiográfico) las constantes veleidades que acometen a su conciencia, tanto si se trata de afrontar la cuestión de la lealtad para con su familia como la de sus relaciones sexuales y amorosas, su actitud profesional o la debilidad de su voluntad para con los "vicios" (representados, aquí, por el tabaco). En todas las ocasiones, Zeno nos cuenta abiertamente su incapacidad para ser y actuar como se supone (como supone la ideología dominante) que alguien como él debe ser y actuar. Su necesidad de fingir constantemente que sí que lo es, capaz, pero su conciencia constante de que ello es mentira.

Y la imposibilidad, en suma, de que esta existencia de permanente falta de autenticidad permita que surjan en él emociones reales (no fingidas) y buenas en relación con todo aquello que le rodea y con todos aquellos con los que vive.

La cuestión, por supuesto, es si esta paradoja (una ética que pretende construir "buenos" ciudadan@s, pero que sólo es capaz de crear hipócritas infelices) es tan sólo un problema de Zeno. O si -como podría colegirse- Zeno es tan sólo un poco más sincero que el resto de nosotr@s, al ponerlo por escrito y contárnoslo...


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