(A veces, hay que detenerse a considerar las cosas desde el punto de vista del adversario. Yo no me considero liberal, tampoco en lo político. O, por expresarme con mayor propiedad, soy de los que piensan que el liberalismo político, con tener aspectos valiosos, resulta notoriamente insuficiente como filosofía política -aparte de sus dudosas complicidades, en la práctica y en la historia, con comportamientos tiránicos. Y, a pesar de ello, a veces, hay que regresar a los clásicos del liberalismo, para dar una lección sobre principios y coherencia a quienes tanto se las dan de morales y de decentes...)