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sábado, 7 de septiembre de 2013

The mask of Dimitrios (Jean Negulesco, 1944)


Podríamos decir que The mask of Dimitrios (basada en la famosa novela de Eric Ambler) constituye, por elevación, un excelente prototipo formal del cine negro norteamericano de la época. Por elevación, porque, efectivamente, superada la etapa más social del género negro, en los años 20 y 30, en la década de los 40 el cine negro se fue convirtiendo cada vez más en la retransmisión, casi en directo, de una pesadilla (la pesadilla de la guerra, del regreso a la sórdida "normalidad", de la guerra fría y de la represión, de la anormal "normalidad" que se impuso luego en los 50...).

Y, en este sentido, The mask of Dimitrios resulta ejemplar. Pues toda la película (que se supone que reconstruye, a través de la investigación de un escritor, episodios esenciales en la vida de un espía, contrabandista, asesino, misterioso y amoral, que participa en diversas intrigas políticas en la Europa del período de entreguerras) está construida -en términos formales, sobre todo- con un tono eminentemente onírico, de manera que, siendo plenamente realista en cuanto a su trama, sin embargo, parece aproximarse por momentos a un delirio alucinado.

A ello contribuyen, desde luego, las aportaciones interpretativos de actores tan peculiares como Peter Lorre y Sydney Greenstreet. Pero también, y sobre todo, la puesta en forma visual por parte de Jean Negulesco, que emplea a fondo los estilemas propios del género, llevándolos prácticamente a sus extremos. Eso sí, sin intentar en ningún momento alcanzar la estilización genérica (esto es, un ejercicio de estilo, puramente formal), sino manteniendo siempre el empleo de la composición cerrada de los planos, de las iluminaciones contrastadas, de los tonos oscuros, etc., como recursos al servicio de la narración.

Así, la búsqueda por parte de Cornelius Leyden (Peter Lorre) tras los huellas de Dimitrios Makropoulos (Zachary Scott) acaba por asemejarse a una inmersión en el inconsciente político colectivo de una Europa -la convulsa de los años 20 y 30- que había dado lugar a la atroz guerra que se estaba librando cuando la película fue producida. Un inconsciente plagado de pesadillas, con dificultades para aprehender la realidad.

Y es en este sentido en el que The mask of Dimitrios termina siendo -como les ocurre a tantas películas del género- una obra mucho más política de lo que un principio pudiera parecer.


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