Hace ya unos cuantos años, se puso de moda una forma (llamativa, pretendidamente moderna) de construir guiones: una trama aparentemente clásica, de pronto, en un momento dado de la narración, era "dada la vuelta", para mostrar que en realidad nada era lo que -hasta entonces- había parecido, que la historia real (mente narrada) era otra, muy distinta. Por poner un solo ejemplo de esta práctica: piénsese en una película como The sixth sense (M. Night Shyamalan, 1999). (Existe un interesante estudio sobre el particular, de Tomás Fernández Valentí, en el nº 331 -febrero 2004- de la revista Dirigido por...: ¿Películas con (o sin) trampa?)
jueves, 12 de julio de 2012
"Mark of the vampire", de Tod Browning
Hace ya unos cuantos años, se puso de moda una forma (llamativa, pretendidamente moderna) de construir guiones: una trama aparentemente clásica, de pronto, en un momento dado de la narración, era "dada la vuelta", para mostrar que en realidad nada era lo que -hasta entonces- había parecido, que la historia real (mente narrada) era otra, muy distinta. Por poner un solo ejemplo de esta práctica: piénsese en una película como The sixth sense (M. Night Shyamalan, 1999). (Existe un interesante estudio sobre el particular, de Tomás Fernández Valentí, en el nº 331 -febrero 2004- de la revista Dirigido por...: ¿Películas con (o sin) trampa?)