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viernes, 21 de diciembre de 2012

William Dalrymple: En el corazón de las madrasas


Aparecido originalmente en The New York Review of Books (la versión en inglés está disponible online, en dos partes, aquí: 1 y 2), y traducido al castellano en el nº 298 (marzo 2006) de Revista de Occidente, este artículo viene a desmontar buena parte de la mitología que en torno al "terrorismo islamista" han construido los medios de comunicación y algunos sedicentes "expertos" occidentales, acerca del vínculo entre las acciones de grupos armados de orientación islámica salafista y las corrientes islamistas más reaccionarias en los países predominantemente islámicos. Mitología que, claro está, se ajusta al dedillo a las necesidades de legitimación de las políticas (exteriores, militares, penales, etc.) de los estados occidentales, así como a su necesidad de movilizar los sentimientos racistas de la población en un sentido islamófobo.

Así, contra lo que el supuesto "sentido común" (racista e imperialista) de medios, "expertos" y líderes políticos da por supuesto, la evidencia de alguna conexión entre lo uno y lo otro es extremadamente débil (por decir lo menos). Antes al contrario, destaca cómo el universo, social y mental, del salafismo es siempre todo menos conservador. Puesto que, de hecho, el salafismo se mueve mentalmente en el marco de las sociedades modernizadas. Empleando, en el plano técnico, todos sus resortes (despreciando los escrúpulos al respecto y el conservadurismo de las corrientes religiosas más reaccionarias). Y, en el plano político, reaccionando al imperialismo occidental. Se trataría, pues, de una suerte de anti-imperialismo reaccionario.

Y cómo, por su parte, la gran mayoría de las formas de islamismo reaccionario se concentran más bien, por el contrario, principalmente en intentar hacer prevalecer su versión de la cultura islámica en sus propias sociedades. Y que dicha mayoría de corrientes islamistas "radicales" solamente reacciona contra Occidente cuando se siente agredida por éste: por las intervenciones imperialistas occidentales en sus propios países (Afganistán, Irak,...); o bien por su respaldo a los regímenes políticos más autoritarios y corruptos en los mismos (Egipto, Túnez, Arabia Saudí,...).

Dicho de otro modo: aun si fuesen sinceras, las justificaciones para la "War on Terror", con toda su retórica y sus abrumadoras consecuencias (tanto geopolíticas como desde el punto de vista de los derechos humanos), carecerían en todo caso de sentido racional alguno, como forma (alternativa) de política criminal (preventiva) frente a fenómenos -aislados- de "terrorismo islamista" (salafista).


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