A lo largo de estos últimos meses, he ido -paulatinamente- revisando las siete temporadas de esta esplendorosa (por el nivel de sofisticación de su diseño de producción) serie televisiva. No creo, en verdad, que la serie merezca un comentario excesivamente detenido desde el punto de vista formal: a diferencia de series anteriores (Twin Peaks) y posteriores (The Sopranos, The Wire,...), dotadas de mayor ambición narrativa, The West Wing se atiene al formato clásico de la narración de las vicisitudes cotidianas de un@s profesionales (adobadas con algunos retazos de su vida personal). Y, al igual que buena parte de las series televisivas de este tipo (ER podría constituir un ejemplo canónico), la estructura narrativa se apoya en el entrecruzamiento de historias y de personajes, a los que la cámara sigue de modo alterno. Nada novedoso, pues, en este terreno: al fin y al cabo, ya Griffith recurría a tales procedimientos narrativos. Por lo demás, y como es habitual en estos casos, los personajes son definidos a trazos gruesos, sus conflictos son elementales y escasamente ambivalentes, las cumbres dramáticas de cada capítulo se ubican en decisiones (presentadas como) "trascendentales", las líneas narrativas no siempre son adecuadamente clausuradas,...