Isaki Lacuesta afronta en esa película, por primera vez, una trama narrativa plenamente de ficción (aun cuando fuertemente apegada a la realidad): los rastros de -lo que podríamos llamar- la "memoria histórica"; aquí, de la lucha armada en América Latina en los años setenta, y de su represión, a través de gravísimas y masivas violaciones de derechos humanos, por parte de las dictaduras militares.