X

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

martes, 29 de marzo de 2011

"Winter's bone", de Debra Granik


Solemos pensar que el realismo y la fantasía resultan estilos contrapuestos. Y, sin embargo, hace ya años que tanto escritor@s como director@s de cine nos han demostrado que ello no constituye en realidad más que un lamentable prejuicio de nuestro imaginario: si es que -lo que es dudoso- el realismo existe como algo más que un (vano) mohín, como una pretensión inaceptable, la de que la representación se corresponda en verdad con las características de lo real, entonces ha de lindar necesariamente con el territorio de lo fantástico. Pues fantasía, y no otra cosa, ha de ser la consideración de lo real en el universo diegético, el que es representado.

Todo esto me vino a la mente (releyendo, además, luego la crítica que Israel Paredes Badía hacía de la película en el nº 408 -febrero 2011- de la revista Dirigido por) al ver la última película de Debra Granik. En ella, en efecto, se presenta una historia prototípicamente realista: white trash intentando sobrevivir, en condiciones de miseria y de marginación; violencia, sexismo, lucha de clases; delincuencia y un estado opresor...

Y, sin embargo, el discurso cinematográfico (la puesta en imágenes) deviene fascinantemente fantástico, al modo de un cuento extremadamente cruel (no en vano la película empieza con una siniestra nana...). Su protagonista (Jenniffer Lawrence) se ve sumergida en un infierno de emociones (odio, principalmente, pero también desprecio, miedo, humillación y vergüenza, y algo de amistad y de afecto, en pequeñas dosis). Un infierno emocional, pero que está basado en el fondo en la injusticia, en la explotación y en la marginación, que atenazan a los personajes, y que les conducen a la violencia (y la desesperación).

Infierno que la puesta en imágenes resalta a través de la iluminación y de la fotografía, de la caracterización de los actores y de unos paisajes contemplados como una sede de lo inefable. (Que no irrepresentable: es la virtud del cine -de la imagen-, que puede mostrar aquello que posee difícil explicación.)

Y es en ese bascular entre lo (sedicentemente) real y lo discursivamente fantástico, plasmado en las imágenes, en donde se halla la fascinación de esta pequeña gran película.


Más publicaciones: